Proyecto Social Comunitario y Cinematográfico
El Salto de Los Ángeles
El Equipo
Un viaje del cielo a la tierra
¡Buscamos aliados que quieran hacer sus sueños realidad!
José Miguel Zamora
Director & Productor
Me Inspira poder hacer soñar a los niños de la comunidad y demostrarles como también pueden cumplir sus sueños.
Hecmy Gonzalez
Lcda en Contabilidad & Asistente de Producción
Me Inspira poder vivir el proceso de organización que ayudara hacer posible la realización de los sueños.
Viajero, autodidacta, director de cine comunitario, realizador integral, formado en talleres nacionales y en la escuela Internacional de Cine y Tv San Antonio de los Baños en Cuba, EICTV ha sido facilitador de talleres de cine para adultos y niños con el laboratorio de cine y el audiovisual de Venezuela (CNAC) con experiencia en Brasil, Argentina, en nueve municipios del Edo. Bolívar y otros estados de Venezuela, es primer lugar del VII concurso Nacional de Cine y Video Comunitario con El Mejor Cacao del Mundo, Premio SIGNIS Venezuela con el Largo documental La Musa de El Callao, entre otros reconocimientos. Es fotógrafo y personifica el personaje universal Charles Chaplin el cual ha usado para recaudar fondos y dar a conocer el proyecto internacionalmente durante las olimpiadas de Rio de janeiro 2016.
Perfil del Productor
El cine es un proceso irremediablemente comunal. Por eso me cuesta trabajo aceptar la frase "una película de _____". Porque entiendo que un cuadro puede ser "una pintura de Picasso", una canción "una composición de Ennio Morricone", pero: ¿una película realmente puede ser de alguien? Sin duda la colaboración entre artistas de diferentes disciplinas es lo que hace a una película genial.
Sea como sea, lo que no podemos negar es que la kilométrica lista de nombres que aparecen en el roller de créditos finales después de cada película, está ahí para reconocer el trabajo de cada uno de los que la hicieron posible. Y dentro de todas esas posiciones, quizá la más complicada (por la cantidad de diferentes tipos que existen) sea la de los productores.
Veamos, pues, ¿qué significa cada uno?
Christopher Doyle, posiblemente el mejor director de fotografía del cine contemporáneo; profesión en la que no se asentó hasta los 34 años. Porque él considera que uno de los baluartes principales para su oficio es tener experiencia. No habla de bagaje profesional, sino de poseer un cúmulo de vivencias que serán fundamentales en su trabajo de la luz sobre las superficies. Y Doyle parece haberse bebido la vida con toda su intensidad. Una serie de trabajos pintorescos, antes de que definitivamente se quedase arraigado en el dominio de la imagen fílmica, le precedieron a lo largo y ancho de una vida errante, desde que dejase su Sidney natal a los 18 años.
El viento le dio su adopción. Profundamente enamorado de Asia (actualmente reside en Hong Kong), tal como no se cansa de repetir en las múltiples declaraciones, prefiere la forma de trabajar de Oriente. Allí se encuentra la película. En Occidente, se construye. Una especie de karma que se repite constantemente y que nos delinea como entiende él los códigos visuales cinematográficos. No le gustan las ataduras, partir de un plan preconcebido y sistematizado, los storyboards ni las planificaciones, los guiones cerrados, etcétera. Su concepción visual debe ser una actividad orgánica, intuitiva y de experimentación, de ensayo y error. Se trata de ir encontrando la mejor forma de colocar la cámara o qué lente aplicarle, sin un plan preconcebido y por supuesto, muy alejado de un academicismo que rápidamente desechó cuando estudió en París. El espacio y la vida dinámica que los actores le otorgan a él, es captado por su cámara. Y decimos bien el posesivo, ya que a él le gusta ser el operador en todos los proyectos en los que interviene. Porque quiere vivir de cerca ese baile que se vive ente la cámara y los actores. Todo se trata de sentir, para encontrar mejor la emoción; para poder lanzarla mejor al espectador y dar así mejor forma al sueño del director. Doyle, sin duda, cincela imágenes desde una heterodoxia que le ha permitido brillar con una incandescencia cegadora.